El cuento de la buena pipa para niños

Ratas de la suerte

Los cuentos y libros que consumimos de niños pueden quedarse con nosotros toda la vida. A veces se debe a que imparten con éxito importantes lecciones, pero a menudo se debe a que asustaron a nuestros niños. Recientemente pedimos a los lectores de Atlas Obscura que nos hablaran de los libros e historias infantiles que todavía les dan miedo. Las respuestas nos dieron escalofríos.

Nos hablaron de cuentos de hadas clásicos que los dejaron inquietos. También había cuentos populares, como el monstruo bajo la cama conocido como “Soap Sally”, que convierte los dedos de los niños en jabón. Y muchos de ustedes nos escribieron sobre libros específicos que les provocaron pesadillas, como el espeluznante favorito Los bebés de agua. Todos son aptos para niños, todos son espeluznantes.

Echa un vistazo a algunas de nuestras propuestas favoritas e intenta no asustarte. Si tienes un cuento infantil de tu región que todavía te da escalofríos, dirígete a nuestros nuevos foros de la Comunidad y cuéntanoslo.

“A Hans Christian Andersen le gustaba escribir historias sobre niñas traviesas y los castigos que se les imponían. Éste trata de una niña pobre que fue criada para vivir en un entorno mejor y se volvió muy engreída. Cuando la envían a visitar a su pobre madre, deja caer en el barro la hogaza de pan que le han dado para su familia, para poder pisarla en lugar de ensuciarse los zapatos. Pero se pega a la hogaza y se hunde bajo el barro, es llevada al infierno, se endurece hasta convertirse en una estatua y pasa por todo tipo de horribles tormentos (moscas, babas, bichos que se arrastran por los ojos, hambre) mientras escucha las lágrimas de su madre y a la gente decir lo horrible que era. Al final, escapa de su propio cuerpo desintegrado en forma de pájaro, y se pasa el invierno recogiendo y regalando a otros pájaros suficientes migajas como para igualar el peso del pan. Y por fin, se va volando (presumiblemente al cielo).

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Visszajelzés

La leyenda se remonta a la Edad Media, y las primeras referencias describen a un gaitero, vestido con ropas multicolores (“pied”), que era un cazador de ratas contratado por la ciudad para alejarlas[1] con su pipa mágica. Cuando los ciudadanos se niegan a pagar el servicio prometido, el gaitero se venga utilizando el poder mágico de su instrumento con los niños, a los que aleja como a las ratas. Esta versión de la historia se extendió como folclore y ha aparecido en los escritos de Johann Wolfgang von Goethe, los hermanos Grimm y Robert Browning, entre otros. La expresión “flautista de Hamelín” se ha convertido en una metáfora de una persona que atrae seguidores a través de su carisma o de falsas promesas[2].

Hay muchas teorías contradictorias sobre el Flautista de Hamelín. Algunos sugieren que era un símbolo de esperanza para el pueblo de Hamelín, que había sido atacado por la peste; expulsó a las ratas de Hamelín, salvando al pueblo de la epidemia[3].

El primer registro conocido de la historia proviene de la propia ciudad de Hamelin, representada en una vidriera creada para la iglesia de Hamelin, que data de alrededor de 1300. Aunque la iglesia fue destruida en 1660, se conservan varios relatos escritos de la historia[4].

Lección moral del cuento del flautista de Hamelín

A medida que el proyecto avanzaba, los niños se interesaron más por construir sus propias tuberías y poder hacer correr agua de mentira por ellas. Aprendimos que si hacíamos correr agua de verdad por nuestras tuberías de papel, éstas se desharían. Buscamos por toda la clase y descubrimos cosas en piezas sueltas que podrían pasar por las tuberías. Algunas funcionaban y otras se atascaban. A medida que los niños iban añadiendo tuberías a la casa de cartón de la clase, se dieron cuenta de que algunas de las tuberías que construyeron eran demasiado largas, demasiado cortas o estaban demasiado torcidas y había que trabajar en ellas para que funcionaran.

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Significado del flautista de Hamelín

En lo más profundo de la sección infantil de la biblioteca local, se encuentra un viejo y polvoriento ejemplar de cuentos de hadas clásicos. Detrás de la descolorida cubierta viven historias de heroísmo, nobleza y amor verdadero; historias que llenan ansiosamente las mentes de los jóvenes soñadores de todo el mundo. Sin embargo, entre los “érase una vez” y los “felices para siempre” se esconde una historia mucho más siniestra de plagas de ratas, promesas incumplidas y la desaparición de los niños de toda una ciudad.

La leyenda del Flautista de Hamelín se originó en Hamelin, Alemania, durante la Edad Media. Según cuenta la historia, la ciudad tenía un problema de infestación de ratas y buscaba desesperadamente un alivio. Un misterioso hombre vestido con “ropa de Hamelín” se acercó al alcalde y le prometió que podría librar a la ciudad de su problema a cambio del pago de 1.000 florines. El alcalde aceptó y el hombre tocó una pipa mágica para atraer a todas las ratas de la ciudad a una masa de agua cercana, donde se ahogaron. Cuando el gaitero volvió a por su recompensa, el alcalde se negó.

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Como si la visualización de una plaga de ratas no fuera lo suficientemente traumática, la historia da otro giro siniestro. Furioso por haber sido engañado, el gaitero no tarda en regresar a la ciudad de Hamelín el día de San Juan y San Pablo. Mientras los miembros adultos del pueblo asisten a la iglesia, el gaitero vuelve a tocar su pipa mágica por las calles, esta vez atrayendo a los 130 niños del pueblo desde sus casas. Dependiendo de la versión de la historia, los condujo al lago o a una cueva, y ninguno volvió a ser visto. La mayoría de las versiones coinciden en que quedaron algunos niños atrás: uno era lisiado y no podía seguir el ritmo, otro era sordo y no podía oír la música, y otro era ciego y no podía ver por dónde iban los demás niños. A la salida de la iglesia, los supervivientes contaron lo sucedido a la gente del pueblo, y el resto es historia.

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